viernes, 23 de enero de 2009

Monte Alto: recuerdos y realidades



Hoy me he encontrado en el Facebook (qué maravilla esto de las nuevas tecnologías), que un colegui se nos ha hecho fan de Monte Alto. Alto el carro. Se me ha parado todo: el tiempo, el cuerpo, la cabeza... pffff. Cuántos recuerdos.
Pues sí: yo también “te soy de Monte Alto”. Aunque nacido en la otra punta de la City (entonces no había ni Centro de Salud), soy vecino y me considero como tal a pesar de que ya no vivo allí desde Septiembre de 1.972: con cinco años escasos me fui al “exilio” (jejejeje) del Agra del Orzán.
Y además de Monte Alto, de la Vereda del Polvorín, (ex-Calle de la Mierda, con perdón, y añado yo, a mucha honra!). Mi familia materna llegó al barrio a principios de la década de 1.940, a una de esas casas clónicas de bajo y dos pisos sin ascensor que aún hoy se ven por el barrio (se ve que el molde dió para mucho). Un barrio del que tengo mis primeros recuerdos, sin coches (cada 6 meses pasaba uno, jajajajajaja), y donde podías jugar en la calle hasta las tantas sin tener que estar como hoy atado a la pierna de tus padres o abuelos.
Es increíble cómo a pesar de la poca edad que tenía entonces conservo recuerdos, colores, olores de un barrio que hasta la mitad de los 1990 estaba exactamente igual, con la misma gente pero ya envejecida (se podría haber hecho una película de época poniendo dos o tres coches y tiñendo el pelo a la gente).
De la gente del barrio puedo hablar de los vecinos más próximos de los Franco-Jorge, cuya amistad conservamos en la familia como paño en oro, a pesar de los años transcurridos y de que la vida nos llevó a cada uno por su lado; de los Blanco, los vecinos de arriba, legión de gente trabajadora e impagable, y sobre todo de un personaje muy amigo de mi abuelo y que yo sólo conocía por el nombre de Franco, el sastre. Cada vez que mi abuelo llegaba a casa y le decía a mi madre “veño de ver a Franco”, yo me imaginaba que venía de ver al Caudillo y pensaba “joder, qué abuelo más importante tengo, habla con el Caudillo” (imaginaos la escena, una habitación a oscuras y Franco al fondo con una luz sobre su cabeza y mi abuelo con la boina en la mano en señal de respeto).
Y sobre todo, los más y mejores recuerdos, los de todos y cada uno de los rincones del barrio, de una punta a otra, desde la Torre de Hércules hasta la Plaza de España y las Atochas, de un barrio de gente humilde pero auténtica, donde todos nos conocíamos y sabíamos las obras y milagros de cada uno (y eso que no había Internet).
Recuerdo del Bar Olímpico (especialidad en café) donde mi abuelo se dejaba media pensión en monedas de peseta para que yo jugara a la máquina del millón mientras él jugaba al julepe, a las cartas o al dominó, lo que se terciara, o a los Prohibidos (al Bingo, vaya). Allí por las tardes-noches se reunía medio barrio a jugar a la lotería/bingo y para entrar había que dar el santo y seña. Menuda estupidez, como si allí nos estuviéramos jugando el Banco Pastor: aún recuerdo ir con mi padre a buscar a mi abuelo y entreabrirse la puerta preguntar por él al centinela que guardaba la puerta y volver a casa mi padre echándole la bronca a mi abuelo y mi abuelo descojonándose de risa:”bueno, carallo, bueno, por tres patacós vamos ir todos presos?”.
Recuerdo del Campo de Marte, donde jugar al fútbol o a la pelota, más bien era tarea imposible, pues la ley de la gravedad tendía a llevar el balón calle abajo dirección matadero, y donde hoy se monta la fiesta para alegría y deleite de todos, vecinos o no vecinos.
Recuerdo del trolebús, aquél ingenio eléctrico del que sabías si iba a pasar o no si vivías por ejemplo en la Avenida de Hércules o en una calle por donde pasara, pues los cables del tendido aéreo estaban en muchos casos mal aislados y toda tu casa daba corriente cada vez que el “trole” pasaba; o cuando se le caían los palos, y bajaba el cobrador por la puerta de atrás cagándose en todo y tardando media hora con las cuerdas en volverlas a poner en su sitio, cosa que no era nada fácil, por cierto.
El cuartel de San Amaro, eficaz despertador cuando tocaban diana, y que en mi casa con un cacho de mar era todo el paisaje que podías ver desde la cocina.
La playa de San Amaro, un experimento científico que prueba que el agua del mar puede estar a varios grados bajo cero y en estado líquido.
El Carnaval y los Canzobres o descendientes del más famoso Choqueiro de Todo el Mundo Mundial, el Sr. Canzobre. Una muestra de cómo el ingenio y la inteligencia podían tumbar la estupidez de un régimen político que buscaba más el que dirán y la represión que el bienestar de sus súbditos.
La Grande Obra de Atocha, donde estudió mi madre y que ayudó a desasnar a la infancia y juventud del barrio, dirigida por la férrea mano de Don Baltasar Pardal, hoy Beato, qué cosas...
Y para mí una calle muy especial, la calle San Roque y su parada de Taxis, donde en un piso de esa calle vivía Doña Pilar, que tenía montada en su casa una escuelita en donde una pila de niños del barrio aprendimos a leer. Me acuerdo de ir allí de la mano de mi padre y de que cuando Doña Pilar veía que ya sabías leer, te cambiaba de mesa y te ponía con los mayores, cómo molaba saber leer , te sentías ya alguien importante, jejejeje.
La tienda de mi abuelo Tomás en la Calle de la Torre, arsenal de caramelos y chucherías para todos los niños del barrio, y como decía en un artículo en La Voz de Galicia César Antonio Molina (gracias, Sr. Ministro), se le conocía como el “de las canicas y las bujainas”. Y su feroz competidora de Monte Alto-Norte, el carrito de Doña Hortensia (vereda del Polvorín, s/n).
La peluquería de Chousa y sus míticos cortes de pelo “a la taza” (te ponían la taza encima y lo que sobraba, aire de tijera). Anda que no tengo yo fotos peinado de esa guisa....
La Calle del Faro, que por orden expresa de mi madre era el Fin del Mundo Conocido en su parte Norte, y en donde había una rivalidad pétrea (a pedradas) con nuestra calle y las de alrededores, paralelas y perpendiculares.
El Cuartel de Artillería, eliminado mediante pelotazo urbanístico y donde aún hoy la gente mayor llama a sus calles por sus antiguos nombres (calle Bombas, Calle Cartuchos, etc.).
Yyyyy, ay, el Papagayo... La cuarta dimensión, lo inexplicable para un niño de mi edad. Escuchar a los mayores decir “vémonos lojo no Papagayo” era bufff, lo indómito, lo inextricable, se me acaban los adjetivos. Hoy en día, un centro comercial, qué cosas.
Y la música, algo con lo que el barrio no podría explicarse a sí mismo. Pocos sitios del barrio había donde por las tardes no vieras un garaje con una puerta de tablas y alguien adentro ensayando pasodobles o las canciones de la época, germen de tantas orquestas que hoy forman parte de la historia de nuestros mayores, y su máxima expresión en el Club del Mar de San Amaro, y de su última y quizás más internacional producto: LOS DIPLOMÁTICOS DE MONTE ALTO y su Sumo Líder, Xurxo Souto.
Hoy en día, y en especial estos últimos diez años, el barrio ha experimentado un cambio espectacular no sólo en su fisonomía con nuevos edificios y equipamientos, sino también en su gente. El reemplazo generacional no ha sido suficiente para llenar los huecos que la vida y la biología ha ido dejando, y que se han ido llenando con gentes no ya de otros barrios sino de otras latitudes, dando al barrio un sabor mestizo-cosmopolita que se puede ver en sus fiestas, especialmente el Martes de Carnaval y con gente como los Kilomberos, que dan un sabor y ambiente impensable décadas atrás.
En fin,. Recuerdos, recuerdos, recuerdos. Franco (el de Ferrol) decía que “sin África, yo no sabría explicarse a mi mismo". Yo, sin Monte Alto, tampoco, y me sorprendo a mí mismo muchos sábados por la tarde paseando con mi hijo e intentado explicarle con palabras que él entienda lo que este pequeño trozo del Universo representa para mí. Un saludo.

martes, 20 de enero de 2009

May God help Him (Obama's Inaugural Speech)


"My fellow citizens:
I stand here today humbled by the task before us, grateful for the trust you have bestowed, mindful of the sacrifices borne by our ancestors. I thank President Bush for his service to our nation, as well as the generosity and cooperation he has shown throughout this transition. Forty-four Americans have now taken the presidential oath. The words have been spoken during rising tides of prosperity and the still waters of peace.
Yet, every so often the oath is taken amidst gathering clouds and raging storms. At these moments, America has carried on not simply because of the skill or vision of those in high office, but because We the People have remained faithful to the ideals of our forbearers, and true to our founding documents. So it has been. So it must be with this generation of Americans. That we are in the midst of crisis is now well understood.
Our nation is at war, against a far-reaching network of violence and hatred. Our economy is badly weakened, a consequence of greed and irresponsibility on the part of some, but also our collective failure to make hard choices and prepare the nation for a new age. Homes have been lost; jobs shed; businesses shuttered. Our health care is too costly; our schools fail too many; and each day brings further evidence that the ways we use energy strengthen our adversaries and threaten our planet. These are the indicators of crisis, subject to data and statistics.
Less measurable but no less profound is a sapping of confidence across our land - a nagging fear that America's decline is inevitable, and that the next generation must lower its sights. Today I say to you that the challenges we face are real.
They are serious and they are many. They will not be met easily or in a short span of time. But know this, America - they will be met. On this day, we gather because we have chosen hope over fear, unity of purpose over conflict and discord. On this day, we come to proclaim an end to the petty grievances and false promises, the recriminations and worn out dogmas, that for far too long have strangled our politics. We remain a young nation, but in the words of Scripture, the time has come to set aside childish things.
The time has come to reaffirm our enduring spirit; to choose our better history; to carry forward that precious gift, that noble idea, passed on from generation to generation: the God-given promise that all are equal, all are free, and all deserve a chance to pursue their full measure of happiness.
In reaffirming the greatness of our nation, we understand that greatness is never a given. It must be earned. Our journey has never been one of short-cuts or settling for less. It has not been the path for the faint-hearted - for those who prefer leisure over work, or seek only the pleasures of riches and fame. Rather, it has been the risk-takers, the doers, the makers of things - some celebrated but more often men and women obscure in their labor, who have carried us up the long, rugged path towards prosperity and freedom.
For us, they packed up their few worldly possessions and traveled across oceans in search of a new life. For us, they toiled in sweatshops and settled the West; endured the lash of the whip and plowed the hard earth. For us, they fought and died, in places like Concord and Gettysburg; Normandy and Khe Sahn. Time and again these men and women struggled and sacrificed and worked till their hands were raw so that we might live a better life. They saw America as bigger than the sum of our individual ambitions; greater than all the differences of birth or wealth or faction.
This is the journey we continue today. We remain the most prosperous, powerful nation on Earth. Our workers are no less productive than when this crisis began. Our minds are no less inventive, our goods and services no less needed than they were last week or last month or last year. Our capacity remains undiminished. But our time of standing pat, of protecting narrow interests and putting off unpleasant decisions - that time has surely passed. Starting today, we must pick ourselves up, dust ourselves off, and begin again the work of remaking America. For everywhere we look, there is work to be done.
The state of the economy calls for action, bold and swift, and we will act - not only to create new jobs, but to lay a new foundation for growth. We will build the roads and bridges, the electric grids and digital lines that feed our commerce and bind us together. We will restore science to its rightful place, and wield technology's wonders to raise health care's quality and lower its cost. We will harness the sun and the winds and the soil to fuel our cars and run our factories. And we will transform our schools and colleges and universities to meet the demands of a new age. All this we can do. And all this we will do.
Now, there are some who question the scale of our ambitions - who suggest that our system cannot tolerate too many big plans.
Their memories are short. For they have forgotten what this country has already done; what free men and women can achieve when imagination is joined to common purpose, and necessity to courage. What the cynics fail to understand is that the ground has shifted beneath them - that the stale political arguments that have consumed us for so long no longer apply.
The question we ask today is not whether our government is too big or too small, but whether it works - whether it helps families find jobs at a decent wage, care they can afford, a retirement that is dignified. Where the answer is yes, we intend to move forward. Where the answer is no, programs will end. And those of us who manage the public's dollars will be held to account - to spend wisely, reform bad habits, and do our business in the light of day - because only then can we restore the vital trust between a people and their government. Nor is the question before us whether the market is a force for good or ill.
Its power to generate wealth and expand freedom is unmatched, but this crisis has reminded us that without a watchful eye, the market can spin out of control - and that a nation cannot prosper long when it favors only the prosperous. The success of our economy has always depended not just on the size of our Gross Domestic Product, but on the reach of our prosperity; on our ability to extend opportunity to every willing heart - not out of charity, but because it is the surest route to our common good. As for our common defense, we reject as false the choice between our safety and our ideals.
Our Founding Fathers, faced with perils we can scarcely imagine, drafted a charter to assure the rule of law and the rights of man, a charter expanded by the blood of generations. Those ideals still light the world, and we will not give them up for expedience's sake. And so to all other peoples and governments who are watching today, from the grandest capitals to the small village where my father was born: know that America is a friend of each nation and every man, woman, and child who seeks a future of peace and dignity, and that we are ready to lead once more.
Recall that earlier generations faced down fascism and communism not just with missiles and tanks, but with sturdy alliances and enduring convictions. They understood that our power alone cannot protect us, nor does it entitle us to do as we please. Instead, they knew that our power grows through its prudent use; our security emanates from the justness of our cause, the force of our example, the tempering qualities of humility and restraint. We are the keepers of this legacy. Guided by these principles once more, we can meet those new threats that demand even greater effort - even greater cooperation and understanding between nations.
We will begin to responsibly leave Iraq to its people, and forge a hard-earned peace in Afghanistan. With old friends and former foes, we will work tirelessly to lessen the nuclear threat, and roll back the specter of a warming planet. We will not apologize for our way of life, nor will we waver in its defense, and for those who seek to advance their aims by inducing terror and slaughtering innocents, we say to you now that our spirit is stronger and cannot be broken; you cannot outlast us, and we will defeat you. For we know that our patchwork heritage is a strength, not a weakness.
We are a nation of Christians and Muslims, Jews and Hindus - and non-believers. We are shaped by every language and culture, drawn from every end of this Earth; and because we have tasted the bitter swill of civil war and segregation, and emerged from that dark chapter stronger and more united, we cannot help but believe that the old hatreds shall someday pass; that the lines of tribe shall soon dissolve; that as the world grows smaller, our common humanity shall reveal itself; and that America must play its role in ushering in a new era of peace.
To the Muslim world, we seek a new way forward, based on mutual interest and mutual respect. To those leaders around the globe who seek to sow conflict, or blame their society's ills on the West - know that your people will judge you on what you can build, not what you destroy. To those who cling to power through corruption and deceit and the silencing of dissent, know that you are on the wrong side of history; but that we will extend a hand if you are willing to unclench your fist.
To the people of poor nations, we pledge to work alongside you to make your farms flourish and let clean waters flow; to nourish starved bodies and feed hungry minds. And to those nations like ours that enjoy relative plenty, we say we can no longer afford indifference to suffering outside our borders; nor can we consume the world's resources without regard to effect. For the world has changed, and we must change with it.
This is the meaning of our liberty and our creed - why men and women and children of every race and every faith can join in celebration across this magnificent mall, and why a man whose father less than sixty years ago might not have been served at a local restaurant can now stand before you to take a most sacred oath. So let us mark this day with remembrance, of who we are and how far we have traveled. In the year of America's birth, in the coldest of months, a small band of patriots huddled by dying campfires on the shores of an icy river. The capital was abandoned. The enemy was advancing. The snow was stained with blood.
At a moment when the outcome of our revolution was most in doubt, the father of our nation ordered these words be read to the people:
"Let it be told to the future world...that in the depth of winter, when nothing but hope and virtue could survive...that the city and the country, alarmed at one common danger, came forth to meet [it]."
America. In the face of our common dangers, in this winter of our hardship, let us remember these timeless words. With hope and virtue, let us brave once more the icy currents, and endure what storms may come. Let it be said by our children's children that when we were tested we refused to let this journey end, that we did not turn back nor did we falter; and with eyes fixed on the horizon and God's grace upon us, we carried forth that great gift of freedom and delivered it safely to future generations."
May God Help Him. Good Night and Good Luck.

jueves, 8 de enero de 2009

Gaza según Bernard-Henri Lévy

Por lo que este humilde bloguero considera de alto interés, reproduzco en su totalidad el artículo que Bernard-Henry Lévy, famoso escritor, filósofo y periodista francés publicó ayer en el diario El Mundo.

HAY QUE LIBERAR A LOS PALESTINOS DE HAMAS

Dado que no soy un experto militar, me abstrendré de juzgar si los bombardeos israelíes de Gaza habrían podido ser más precisos y menos mortíferos.

Dado que, desde hace décadas, jamás pude distinguir entre buenos y malos muertos como decía Albert Camus, entre "víctimas sospechosas" y "verdugos priviliegiados", también yo me siento horrorizado ante las imágenes de los niños palestinos asesinados.

Dicho esto, y teniendo en cuenta además que un viento de locura parace haberse instalado en algunos medios de comunicación, una vez más y como siempre cuando se trata de Israel, me gustaría recordar algunos hechos:

1.- Ningún gobierno del mundo, ningún otro país que este vilipendiado Israel, arrastrado por el fango y demonizado, habría tolerado ver miles de obuses caer, durante años, sobre sus ciudades. Y por tanto, lo más importante del caso, el auténtico tema de sorpresa no es la "brutalidad" de Israel, sino su enorme moderación.

2.- El hecho de que los cohetes Qasam de Hamas y, ahora sus misiles Grad, hayan ocasionado tan pocos muertos, no demuestra que sean artesanales o inofensivos, sino que los israelíes se protegen, que viven enterrados en los sótanos de sus casas en una vida de pesadilla, siempre en vilo, siempre atentos al sonido de las sirenas y de las explosiones. Yo estuve en la ciudad israelí de Sderot y lo pude comprobar.

3.- El hecho, de que, en cambio, los obuses israelíes provoquen tantos muertos no significa, como bramaban los manifestantes de este fin de semana, que Israel se haya lanzado a una "matanza" deliberada e indiscriminada, sino que los dirigentes de Gaza optaron por la actitud inversa: exponer a su población. La vieja táctica del "escudo humano" que pone en práctica Hamas,tal y como hiciera Hizballah hace dos años en el Líbano, instalando sus centros de mando, sus stocks de armas y sus búnkeres en los sótanos de edificios, hospitales, escuelas y mezquitas es una táctica eficaz pero repugnante.

4.- Entre la actitud de unos y de otros hay , dígase lo que se quiera, una diferencia esencial y que no pueden ignorar los que quieran tener una idea justa y cabal de la tragedia y de los medios para ponerle fin: los palestinos disparan contra las ciudades, es decir, contra civiles (y eso, en el derecho internacional se llama "crimen de guerra"), mientras que los israelíes apuntan a objetivos militares y ocasionan, sin quererlo, terribles daños civiles (es lo que, en lenguaje militar se llaman "daños colaterales", una palabra que, a pesar de ser odiosa, tiene una auténtica dismetría estratégica y moral).

5.- Dado que hay que poner los puntos sobra las íes, es necesario recordar un hecho del que la prensa francesa apenas se hizo eco, y del que, sin embargo, no conozco precedente alguno, en guerra alguna ni por parte de ningún ejército del mundo. Y es que, durante la ofensiva aérea, las unidades del Tsahal [ejército israelí] llamaban por teléfono sistemáticamente (la prensa anglosajona habla de 100.000 llamadas) a los habitantes de Gaza que vivían en los alrededores de los blancos militares, para invitarlos a evacuar el lugar. Es evidente que eso no evita la desesperación de las familias sin hogares, ni las vidas truncadas, ni las matanzas. Pero que el hecho sea así no deja de ser un detalle significativo.

6.- Tampoco es totalmente real ni exacto el famoso bloqueo integral, impuesto a un pueblo hambriento, al que le falta de todo y que lo hunde en una crisis humanitaria sin perecedentes (sic). Los convoyes humantarios nunca dejaron de pasar hasta el comienzo de la ofensiva terrestre. Por el control de Kerem Shalom, sólo el día 2 de enero, fueron 90 los camiones de víveres y de medicinas que, según el New York Times, pudieron entrar en Gaza. Y sólo evoco, para recordárselo a algunos (porque es algo habitual, aunque escuchado a esos tales, no lo parezca), que los hospitales israelíes siguen recibiendo y curando, todos los días y hasta el momento en que yo escribo, a los heridos palestinos.

Esperemos que los combates cesen cuanto antes. Y esperemos que cuanto antes también, los comentaristas vuelvan en sí. Ese día descubrirán que Israel cometió muchos errores duante estos últimos años (ocasiones fallidas, largo rechazo a la reivindicación palestina, unilateralismo), pero que los peores enemigos de los palestinos son esos dirigentes extremistas que nunca quisieron la paz, que jamás quisieron un Estado, y que sólo pensaron para su pueblo en un Estado concebido como un instrumento de secuestro.

Lo demuestra la siniestra imagen de Khaled Mesal del sábado 27 de diciembre, que, ante la inminencia de la respueta israelí tan deseada, sólo sabía exhortar a su "nación" a "ofrecer la sangre de más mártires". Y lo decía desde su confortable exilio, desde su cueva de Damasco [Siria].

Hoy en día, una de dos. O bien los Hermanos Musulmanes de Gaza restablecen la tregua que rompieron, y al mismo tiempo, declaran periclitada y sin efecto un acta fundacional basada en el rechazo de la "entidad sionista": en ese caso se unirán al amplio frente de diálogo que, gracias a Dios, sigue creciendo en la zona, y vendrá la paz. O bien se obstinan en seguir viendo en el sufrimiento de los suyos únicamente un carburante para sus pasiones recocidas, su odio loco, nihilista y sin argumentos. Y en este caso, habrá que liberar de las sombrías garras de Hamas no sólo a Israel, sino también a los palestinos.

martes, 6 de enero de 2009

Les Luthiers: qué bueno, otra vez por acá

Pues ya los tenemos otra vez por aquí, a los maestros del humor inteligente, con su espectáculo "Los Premios Mastropiero", del 19 al 21 de marzo en el Coliseum de Coruña, venta de entradas en http://www.servinova.com/ o en las taquillas del propio Coliseum.
Les Luthiers son la prueba viva y evidente de que el humor no tiene porqué ser una sucesión de vulgaridades o zafiedades ni algo que se tenga que ver en un salón de té tomando la taza con la derecha y el meñique disparado hacia adelante. Es humor del bueno, inteligente y que ha llegado a todo el mundo de habla hispana desde hace más de 4 décadas. Yo personalmente estoy enganchado desde 1983 a esta pandilla de maravillosos alegres desequilibrados. Espero que a partir de ahora, alguno de vosotros también.

Ahí va una pequeña pizca de su humor:



Como puede haber aún alguien que no sepa quiénes son, ahí va una una "pequeña reseña" (sí, la copié del Wikipedia, qué pasa?):
Sus miembros actuales son:
Carlos López Puccio, licenciado en Dirección Orquestal, director de coros, docente universitario. Ingresó al grupo oficialmente en 1971 siendo contratado desde 1969. Nació el 9 de octubre de 1946 en Rosario. Por lo general aparece ejecutando el latín o violín de lata, pero también toca otros instrumentos como cellato, piano, armónica, violata, percusión (en las obras de jazz) y en las últimas dos décadas se lo ve a menudo en los sintetizadores.

Jorge Maronna, compositor, arreglista y guitarrista. Comenzó la carrera de Medicina, que nunca terminó. Nació el 1.º de agosto de 1948 en Bahía Blanca. En el conjunto canta e interpreta la guitarra y otros instrumentos de cuerda (charango, contrachitarrone da gamba, etc.). Ha colaborado con Daniel Samper Pizano (autor de Les Luthiers de la L a la S) en algunos libros (como Cantando bajo la ducha, El sexo puesto, De tripas corazón) y en el libreto del seriado colombiano Leche, y con Luis María Pescetti en el libro de Copyright.
Marcos Mundstock, locutor profesional y redactor publicitario. Nació el 25 de mayo de 1942 en la ciudad de Santa Fe (480 km al norte de Buenos Aires). Es el presentador de cada obra y actúa en muchas de ellas, casi siempre cantando, pero también ocasionalmente tocando instrumentos de percusión, o teclado (en La Campana Suonerá).

Carlos Núñez Cortés, doctor en Química, concertista de piano, compositor y arreglador. Nació el 15 de octubre de 1942 en Buenos Aires. Es el pianista del conjunto, pero también toca instrumentos de viento, como el tubófono silicónico cromático (originariamente tubófono parafínico cromático), así como la flauta de pan y el glisófono pneumático; al ser el (co-)creador de varios instrumentos informales (por ejemplo, la marimba de cocos), también es el intérprete de varios de ellos.

Daniel Rabinovich, guitarrista, percusionista y cantante folclórico, escribano público. Nació el 18 de noviembre de 1943 en Buenos Aires. En las obras suele tener papeles de actuación y canto, pero también toca la guitarra, la batería y el latín (violín de lata), así como otros instrumentos de percusión, y también teclados. Además toca el Bass pipe a vara (instrumento de viento, mezcla de tuba con trombón a varas). Durante mucho tiempo fue el escribano (notario) de Les Luthiers, hasta que le sobrevino un ataque cardiaco. Fuera del conjunto ha escrito dos libros titulados Cuentos en serio y El silencio del final.
Su repertorio (no hablamos de mejores obras, pues todas son EXCELENTES):
Les Luthiers cuentan la ópera (1967)
Todos somos mala gente (1968)
Blancanieves y los siete pecados capitales (1969)
Querida Condesa (1969)
Les Luthiers Opus Pi (1971)
Recital '72 (1972)
Recital sinfónico '72 (1972)
Recital '73 (1973)
Recital '74 (1974)
Recital '75 (1975)
Viejos fracasos (1976)
Mastropiero que nunca (1977)
Les Luthiers hacen muchas gracias de nada (1979)
Los clásicos de Les Luthiers (1980)
Luthierías (1981)
Por humor al arte (1983)
Humor dulce hogar (1985)
Recital sinfónico '86 (1986)
Viegésimo aniversario (1987)
El reír de los cantares (1989)
Les Luthiers, grandes hitos (1992)
Unen canto con humor (1994)
Bromato de armonio (1996)
Todo por que rías (1999)
Do-Re-Mi-Já (2000)
El grosso concerto (2001)
Las obras de ayer (2002)
Con Les Luthiers y Sinfónica (2004)
Recital folclórico Cosquín (2005)
Los Premios Mastropiero (2005)
Curenta años de trayectoria (2007)
Lutherapia (2008)

sábado, 3 de enero de 2009

Un Descubrimento: Persépolis

Alentado polo meu veciño de blog, o Camarada Animaliño, onte pola noite vín no cable "Persépolis", película de animación en branco e negro sobre a vida de Marjane Satrapi.
Marjane Satrapi nace o 22 de novembro de 1969 en Rasht (Irán), nuhna familia acomodada e de ideoloxía progresista. Tra-la difícil situación política imperante no seu país nos anos seguintes á revolución de 1980, é enviada a Viena a prosegui-los seus estudos secundarios. De regreso a Irán, matricúlase en Belas Artes na Unviersidade de Teherán, obtendo un máster en Comunicación Visual. En 1994 marcha a Francia, país no que aínda reside na actualidade, recalando en Estrasburgo, onde estudia Artes Decorativas, e posteriormente en París. Pese a que a súa vocación inicial era ser grafista, a partires de 1997 dedícase á ilustración de libros de cuentos para nenos para editoriales coma Nathan y Albin Michel.

Persépolis narra a súa vida desde nena, época que coincide coa Revolución dos Ayatolás en Irán e a conseguinte caída do Shah Reza Palhevi. Con un uso tremendamente intelixente das cores, maioritariamente o branco e negro, e ás veces o resto de cores, logra reflexar con maestría o ambiente abafante do réxime islamista, a degradación da muller e os usos e abusos dun réxime nos que moitos confiaron en acadar una liberdade que co Shah no tiñan, e que con Jomeini tampouco acadarían, cunha guerra contra Iraq na que a nena Marjane coñece os horrores propios de un conflicto inútil coma todos.

A súa marcha ó estranxeiro, a separación da sú familia, a relación coa súa avóa, fan un retrato desgarrador dunha infancia roubada polo medo, as inseguridades e estupidez e o fanatismo islamista, o brutal choque coa cultura occidental nun intento de atoparse a sí mesma, fan de esta película un elemento imprescindible para entender un pouco máis o mundo que está máis alá de Oriente Medio, as inquedanzas, ilusións, esprenazas e o modo, máis que de vida, de supervivencia, dun pobo atrapado nunha interminable espiral de fanatismo relixioso e violencia sin sentido.


Un consello: se non tedes prexuízo contra das versións orixinais con subtítulos, recoméndovos a versión orixinal en francés, onde poderedes escoitar a voz de Catherine Deneuve no papel da nai de Marjane e da súa filla Chiara Mastroianni, no papel de Marjanne. Un saúdo.